miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Os acordáis?


Hace ya bastante tiempo, cuando yo era un crío oía decír que en el siglo XXI trabajaríamos como mucho dos o tres días a la semana, que las aceras serían  artefactos móviles para facilitar el transporte de nuestro cuerpo evitando así esfuerzos excesivos,  que íbamos a vivir en casas automáticas, que las  plantas nucleares nos proporcionarían energía sin límites a bajo coste, que en las oficinas no habría papeles, que urbanizaríamos Marte con colonias espaciales y que las píldoras reemplazarían a las comidas. Todos estos avances  iban a trastocar radicalmente nuestras vidas.

Algo de cierto hay de lo que escuchaba entonces. Hay quienes trabajan aún menos, pero por exigencias del guión, la crisis y el paro. En el Parque de las Naciones, en el ferial de Madrid, he visto algunos pasillos mecánicos que ayudan a circular por el gran patio que recorre los pabellones. La puerta del garaje de algunas casas se abre y se cierra con el mando. El asunto de las nucleares daría para mucho debate. Los discos duros le han ganado bastante terreno al papel, aún así hay quienes lo añoran tanto que se resisten a abandonarlo. Seguimos pisando la tierra y comiendo varias veces al día.

Si nos paramos a reflexionar, las cosas no han cambiado demasiado. Los coches utilizan el mismo sistema de combustión que hace cien años, usamos ropas  normales en lugar de trajes espaciales, se cocina en cacerolas y pucheros, las grandes revoluciones sociales, como la televisión y el avión, tienen más de cincuenta años, y el teléfono más de un siglo. Esto quiere decir que hay pocas cosas tecnológicas que verdaderamente tengan un impacto revolucionario en nuestras vidas.

Comunicaciones hoy
Lo que sí ha cambiado de forma radical es la inmediatez de la información y la comunicación. Una noticia da la vuelta al mundo en cuestión de segundos propagándose a millones de personas, podemos mantener una videoconferencia en tiempo real con una persona que se encuentra en las antípodas y el correo electrónico hace posible el intercambio de información de forma instantánea.


¿Es la escuela reflejo de esta reflexión? 

¿Podemos aprovechar los recursos tecnológicos para transformar nuestra escuela actual?

Podéis opinar aportando vuestros comentarios. Seguro que el debate será enriquecedor.



1 comentario:

  1. Efectivamente. La sociedad adopta sólo los inventos que le proporcionan una mejora sustancial con respecto a lo que tiene en el momento.
    No conozco otra forma mejor de comer que la habitual, la de masticar y saborear los alimentos. En este caso la innovación viene de aquellos que hacen platos de diseño.
    En cuanto a los desplazamientos, el coche, el tren y el avión siguen siendo útiles; lo que ha cambiado ha sido la velocidad a la que nos desplazamos. Estos inventos también nos facilitan la comunicación.
    Pero, mejorando a los medios de comunicación como el tren, el coche y el avión, lo que sí ha avanzado ha sido la comunicación a distancia sin tener que desplazarnos. Me refiero a Internet. Y ésto sí que ha supuesto una verdadera revolución que la Escuela, con mayúscula, debe incorporar lo antes posible a las aulas por dos motivo fundamentales: uno, el formar al alumnado para que domine los aparatos que se emplean en este medio y otro, para que tenga la suficiente preparación intelectual para poder procesar ese exceso de información que circula y ser lo suficientemente crítico para extraer lo bueno y lo conveniente de la basura y de los mensajes con poca o ninguna ética, o tendenciosos, xenófobos, afánde proselitismo, etc.
    Para formar a nuestros alumnos es necesario practicar las metodologías que queremos que reflejen en nuestra sociedad los valores democráticos que la sustentan: tolerancia, igualdad, solidaridad, justicia, consenso... Estas metodologías se resumen en trabajo por proyectos, trabajos cooperativos... y en el empleo efectivo de los valores antes citados por el profesorado dentro de su clase.

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